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El deporte, la pandemia y la catástrofe sanitaria del sedentarismo

Los resultados de la reciente Encuesta Nacional de Actividad Física (ENAFYD 2021), demuestran el fuerte impacto de la pandemia en los niveles de actividad física (AF) practicados por la población y una realidad nacional intuida pero nunca antes relevada con tanta profundidad. El relevamiento, realizado a mediados de 2021, casi un año y medio después de la puesta en vigor del aislamiento (ASPO), permite sacar conclusiones lapidarias sobre el sedentarismo en la Argentina.

Diego Murzi, uno de los investigadores a cargo del proyecto, contó los orígenes de la investigación: “La idea de la encuesta surgió cuando se creó el Observatorio Social del Deporte (una entidad creada por el Ministerio de Turismo y Deporte junto a la Escuela IDAES de la Universidad de San Martín), dado que suponíamos que había muy poco material disponible sobre el tema y lo corroboramos con un informe previo que dio cuenta de la escasa disponibilidad de material”.

El simple hecho de saber que 1 de cada 2 argentinos dijo no haber vuelto a practicar actividad física o deporte, desde el comienzo de las medidas del ASPO hasta mediados de 2021, es una silente catástrofe sanitaria. Se sabe que el ejercicio es el remedio más eficaz y económico para lidiar con las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) y apenas el 50,9% de los encuestados afirmó haber realizado una actividad: siendo caminar, correr, andar en bicicleta y jugar al fútbol las más reiteradas.

Para incrementar los males, entre los que si retomaron, solo la mitad alcanzan tres o más estímulos por semana (56,1%). Lo que sería la recomendación mínima que sugiere la Organización Mundial de la Salud (OMS) como práctica saludable. Lo buscado es sostener una actividad de entre 3 y 5 estímulos en la semana que alcancen en la sumatoria un total de, al menos, 150 minutos de actividad vigorosa.

La investigación se pensó con el objetivo de identificar y analizar las distintas prácticas físicas y deportivas realizadas en nuestro país, relacionándolas a su vez con los diferentes grupos etarios, género y niveles socioculturales de la población y su frecuencia, motivación y dificultades para llevarlas a cabo. En total fueron 5002 casos analizados a través de una muestra aleatoria estratificada por ocho regiones geográficas del país y asignación proporcional de tamaño: Ciudad de Buenos Aires, Gran Buenos Aires, Interior de la Provincia de Buenos Aires, NEA, NOA, Patagonia, Centro y Cuyo.

Algunos de las conclusiones más importantes son:

Pese a que 74,6% (3 de cada 4) argentinos aseveraron estar interesadas en el deporte de manera general, solo el 50,9 % (1 de cada 2) retomó su práctica. La población de la Ciudad de Buenos Aires fue la más interesada en retomar el deporte (79,1%), probablemente por haber sido la más condicionadas por las medidas de encierro al habitar en espacios reducidos y sin terreno verde.

Al momento de pensar en las motivaciones que empujan a la práctica aparecen tres elementos dominantes: el placer/disfrute, la salud y la forma física estética. Como era de esperarse, a mayor edad, mayor es la representatividad de la salud en detrimento del placer y la forma física: incrementando la representatividad de la natación, el yoga y otras actividades físicas blandas como pilates y tai chi.

En general, el más elegido fue “porque me gusta o me divierte” (30,9%), “porque es bueno para la salud” (30,4%), y “para estar en forma o mejorar el estado físico” (29,4%).

Las actividades más realizadas fueron: caminar (65%), correr (50%), andar en bicicleta (50%) y en cuarto lugar (37,2%) aparece “jugar al fútbol”, contabilizando sus distintas versiones (sala, 5, 9 y 11). Por detrás aparecen el fitness, yoga y baile. Siendo el fútbol el deporte más practicado en la Argentina y casi doblando a la sumatoria del resto.

Por último, desearía hacer un párrafo especial para el vínculo entre la educación y el deporte. Respecto al nivel educativo alcanzado hay una gran disparidad entre quienes no completaron el secundario y quienes llegaron a la universidad, en cuanto a interés (69,4% vs 83%) y a práctica (apenas el 42,7% retomó la actividad frente al 65,5% de los universitarios).

La práctica deportiva no debe transformarse en un privilegio de clase. Esta situación no es exclusiva de la Argentina sino que se presenta a nivel mundial y tiene varias aristas en consideración: el tiempo y los espacios disponibles, el gasto que acarrea y la idiosincrasia. La actividad física es un pilar en la educación para la salud. Mejorar las posibilidades de acceso y generar una cultura proactiva en las distintas etapas de la vida es una responsabilidad del Estado. Más sabiendo que las principales causas esgrimidas de sedentarismo fueron la falta de tiempo y de dinero en las mujeres y los problemas de salud o la falta de ganas en los hombres.

“La encuesta logra aportar datos que no sabíamos pero el hecho de haber sido en plena pandemia, condicionó los resultados. Tenemos pensado repetirla en el futuro”, acota Murzi.

Mientras celebramos la creación de una herramienta fidedigna para monitorear la situación deportiva de la Argentina, queda una pregunta flotando en el aire:

¿Es esperable que un país que dice valorar a la actividad física y el deporte como una herramienta fundamental para el desarrollo de una sociedad, detecte que 1348 personas de una muestra nacional y representativa de 5002 individuos (el 26,9% del total) manifiesten conscientemente no haber realizado nunca deporte ni actividad por fuera de las clases de educación física escolar?

Raro, ¿no?.

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