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La Argentina y la decisión de la Reserva Federal: más presiones para el dólar de cara a 2022

El Estado argentino tiene déficit fiscal (gasta más de lo que le ingresa) y financia el rojo con emisión monetaria o con deuda

La emisión tiene un tope porque los argentinos no están dispuestos a tener pesos hasta el infinito (demanda de dinero). 

Y la deuda, a lo que ha recurrido Martín Guzmán para financiar todo lo que la emisión no puede hacer, ha sido tomada en pesos (atada la inflación o a la devaluación). El mundo ya no le presta a la Argentina y si lo hace le cobra una tasa exorbitante (18% en dólares).

Esto último explica en gran medida por qué una eventual suba de las tasas internacionales en 2022 como anunció ayer la Reserva Federal, no tendría un impacto directo en la economía argentina. El Ministerio de Economía hoy no capta financiamiento en dólares. Guzmán no prevé volver a los mercados internacionales pronto. 

¿Significa entonces que el anuncio de Powell no impactará en Argentina?

Ningún hombre es una isla y tampoco las economías. Habrá consecuencias en la Argentina de la decisión que se tomó ayer en Washington.

“Impactará por vías indirectas”, dice el economista Gabriel Caamaño, de la consultora Ledesma. “Via precios de commodities y dinamismo de nuestros socios comerciales, no por ellas menos significativas”.

Caamaño se refiere a que una suba en las tasas en EE.UU. hará que las inversiones en dólares sean más atractivas que las de hoy en un mundo de tasas bajas.

El dólar probablemente se apreciará más (ya lo viene haciendo). Esto significará más presión devaluatoria para las monedas de economías emergentes como el real de Brasil o la lira de Turquía.

También un dólar más caro significará precios de commodities más bajos. Las economías productoras de alimentos como las de la región sudamericana perderán dinamismo seguramente. Brasil ya lo viene sintiendo.

Si bien era esperado lo de ayer, la política de la Reserva marca un giro respecto a la respuesta que mostró el banco central más grande del mundo en plena pandemia. El retiro de los estímulos permitieron un rebote rápido de la economía global: el PBI mundial el año pasado cayó 3,5% y este año crecerá 5,7%.

La Reserva Federal de Estados Unidos decidió acelerar la finalización de la estrategia de compra de activos como parte de las medidas para enfrentar la pandemia. Compraba bonos (hipotecas y otros títulos) por US$ 120.000 millones todos los meses. En noviembre acordó bajar la cifra en US$ 15.000 millones por mes. Y desde enero otros US$ 30.000 millones mensuales. Con lo cuál en casi cinco meses habrá reducido a la mitad los estímulos y para marzo se terminarían de todo. Luego de ello, calculan en la Fed, para mitad de 2022 vendría el plato fuerte: no sólo se habrán retirado los estímulos sino se aumentarían las tasas de interés.

Un mundo de tasas más altas tampoco será bueno para las deudas. Ayer el FMI informó que la deuda global registró en 2020 el aumento más grande desde la Segundo Guerra Mundial. Ya equivale a US$ 226 billones. Más de la mitad del incremento se explica por las demandas de los gobiernos (llega a casi al 100% del PBI la deuda pública mundial) durante la pandemia. 

En resumen, una economía global con más amenazas no es una buena noticia para Argentina. El país se vio favorecida este año por el contexto internacional.  Los precios internacionales más altos aportaron US$ 10.000 millones más que en 2020 y el FMI aportó una ayuda extra por US$ 4.300 millones vía los DEG. No sólo no se esperan estas ayudas para el año próximo para Argentina sino que el contexto global no sería tan favorable como el que hubo en 2021 por las presiones devaluatorias. Otro punto a tener en cuenta en la negociación con el FMI por la deuda. 

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