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Wimbledon, el impensado escenario de una exhibición de lujo que puede quedar en la historia

Los torneos de Grand Slam siempre generan enormes expectativas. No sólo por la incertidumbre que generan, sino porque basta con recorrer la historia para comprobar que son los lugares en los que mágicamente conviven sueños imposibles que se hacen realidad con las grandes frustraciones deportivas. Todos hemos sido testigos en estas grandes citas de lágrimas -de las buenas y de las malas- y también de emociones, sorpresas, tristezas y desilusiones. Y en este Wimbledon, inevitablemente, la historia volverá a repetirse aunque habrá grandes ausencias -por la decisión de los organizadores de prohibir la participación de los tenistas rusos y bielorrusos- y no habrá puntos en juego -por la determinación de la ATP y la WTA de castigar aquella medida apuntalada por el gobierno británico-.

Habíamos creído que después de la pandemia se iba a vivir una cierta normalidad en la que íbamos a volver a encontrar las escenas habituales, esas a las que estábamos acostumbrados. Los torneos en sus propias fechas con sus estadios colmados luego de padecer la ausencia de ese condimento adicional que siempre aporta el público. Pero a raíz de esta medida de Wimbledon, volveremos a atravesar una situación sumamente particular. Lo bueno es que prácticamente ninguna de las grandes figuras se bajó del torneo, al menos entre los grandes candidatos, a pesar de que no habrá puntos en juego y que eso provocará un cataclismo en el ranking mundial, ya que Novak Djokovic, desplazado del número uno del mundo luego de su mal paso en París, caerá hasta un increíble octavo lugar.

Podríamos decir que el All England será el impensado escenario de una exhibición de lujo. Las grandes animadores de los dos circuitos no le dieron la espalda a Wimbledon y eso también marca lo arraigado que está este torneo que no tiene igual, además de su enorme jerarquía y su aún más enorme historia.

Djokovic, preocupado, en la práctica de este domingo en el All England Club. Foto: AFP

Allí, dentro de este escenario singular, Djokovic intentará recomponer un poquito este difícil 2022. Un año en el que viene muy golpeado, con muchas desilusiones y vivencias que nunca imaginó que iba a atravesar. Además, Wimbledon será muy especial para Nole porque al día de hoy su participación en el Abierto de los Estados Unidos también está en duda, puesto que por el momento son necesarias las vacunas para poder llegar a Nueva York. Por lo tanto, esta podría ser una de las últimas oportunidades de la temporada para tratar de sumar en esa carrera paralela que corre con Rafael Nadal -y con un Roger Federer que todavía sigue en boxes- para convertirse en el máximo ganador de títulos de títulos de Grand Slam. Lo cierto es que veremos, como dijo hace varios meses el serbio, si esa motivación no se termina convirtiendo en una presión imposible de soportar.

Para colmo, Nadal viene dando mejores señales en cuanto a su situación física, más puntualmente con relación a su pie izquierdo y su lesión crónica, en comparación con todo lo que sufrió en Roland Garros, donde increíblemente terminó ganándoles a todos los que se le pusieron enfrente -Djokovic incluido- y a los dolores que lo obligaron a jugar infiltrado durante las dos semanas.

Sabemos, por otro lado, que se trata de una superficie que mayoritariamente va tomando su tiempo. Es por eso que se volverá a utilizar esa gastada frase que asegura que en un torneo de Grand Slam no se gana en la primera semana, pero que sí se puede perder o se puede empezar a perder. Por eso es que será muy sensible, tanto para Djokovic como para Nadal, ver cómo se irán metiendo en el juego y afirmando en el torneo. Se sabe que cuando acceden a la segunda semana las posibilidades de ganarles, de eliminarlos, se va haciendo cada vez más difícil y que muchas veces la vulnerabilidad puede aparecer en las rondas más tempranas. Eso, claro, estará por verse. Nadal, no obstante, se ilusiona con ganar el tercer Wimbledon de su carrera y su tercer major del año para despegarse en esa carrera increíble por ser el más grande de la historia.

Nadal, sin molestias en el pie, ultima detalles para ir en busca de su tercer Wimbledon. Foto: AP

¿Los argentinos? Jugar sin la presión de defender puntos les puede sacar esa cuota de presión extra. Internamente pueden capitalizar esta situación y animarse a incorporar otros aspectos en el juego que a veces uno no se anima por la necesidad de avanzar para no regalar posiciones en el ranking. Así, más allá de la cuestión económica, este Wimbledon puede ser una oportunidad de sentir que a la superficie le descubrieron algo más. Por ahí puede pasar el gran triunfo para los argentinos si es que pueden contribuir a esa mutación del ADN tenístico y descubrir que también en el césped se puede jugar bien, tener buenos resultados y mantener una alta performance, aun en una superficie que es poco familiar y poco conocida.

Se vivirá otro torneo atípico, distinto. Pero eso no le quita la emoción ni la jerarquía. Tampoco le va a quitar la entrega por parte de los protagonistas. Porque se sabe que en Wimbledon, más allá del dinero y más allá de los puntos, se respira historia y se vive la historia. Y quien no quiere ser parte de ella.

Andy Murray charla con Novak Djokovic antes de la última práctica de este domingo. Foto: AFP

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