Uruguay desarrolló un sector industrial a partir de sus primeras dos plantas de celulosa que aportan el 3% de su PBI, 22% de las exportaciones y 15% de su energía renovable. Se suma una tercera, de capitales finlandeses. El rol de una política de Estado.
Los árboles crecen veloces en esta región y eso impulsó en Argentina, Chile y Uruguay ambiciosos planes forestales en los años 60 con el sueño de desarrollar la industria de la madera y sustituir millonarias importaciones de papel.
Esos bosques fueron el escenario que encontraron los finlandeses cuando, a principios de este siglo, buscaron expandirse. Desde el comienzo supieron que les iba a ser difícil en Argentina y optaron por el mucho más estable Uruguay. Vinieron los cortes de puentes y un prolongado conflicto entre los dos países que se extendió entre 2005 y 2010. Pero eso ya es historia antigua.
Lo cierto es que las dos primeras plantas de celulosa que se instalaron en Uruguay fueron un punto de inflexión. Generaron un nuevo sector industrial y estimularon un ecosistema para sacar adelante a las zonas más atrasadas del país. Existe un férreo control estatal en resguardo del bosque nativo y en la política de plantaciones.
La mayor inversión privada en la historia de Uruguay
Las plantas aportan en conjunto 3% del PBI uruguayo y exportaciones en 2021 por US$ 2.000 millones, el 22% del total. El sector emplea a 25.000 personas, el 1,5% de su población en condiciones de trabajar. Y con US$ 10 mil millones son las mayores inversiones privadas en la incipiente historia industrial del país.
UPM es de capitales finlandeses que desembarcó inicialmente como Botnia, también de Finlandia. Ocupa 7.000 personas y tienen 800 productores asociados. Se instaló en Fray Bentos.
Montes del Plata fue fundada en Uruguay en el 2009 por dos líderes en el sector forestal a nivel mundial: Arauco (Chile) y Stora Enso (Suecia- Finlandia). Se ubicó en Conchillas, en el departamento de Colonia. Allí se procesa la madera proveniente de plantaciones forestales distribuidas en trece departamentos del país. Emplea a 6.500 personas.
Para alimentar estas plantas, no solo hacen falta plantaciones sino un sistema basado en la genética, la eficiencia productiva y la logística. Se desarrolló conocimiento en la especialización, la cosecha y el transporte que se inspiró en Suecia y Finlandia. Uruguay se considera hoy en la frontera tecnológica.
En los campos ya no hay motosierras sino hombres y mujeres muy entrenados para dominar equipos complejos de gran porte computarizados y con aire acondicionado en las cabinas. Los viveros son modelo para otros países forestales.
Las plantas de celulosa generan energía a partir de la biomasa y aportan el 15% de la que consume un país en el que el 100% de su energía ya es renovable.
La tercera planta en Paso de los Toros
La novedad es que ahora se construye la tercera planta en Paso de los Toros, sobre el río Negro, en el centro de Uruguay que será la más grande de la región y la más moderna del planeta.
La lleva adelante UPM y significa un salto hacia la innovación y una oportunidad para una de las zonas olvidadas del país. Mira hacia lo que ya sucede en el mundo que es el reemplazo de los productos plásticos por la celulosa. La inversión es récord para Uruguay: alcanza US$ 2.700 millones.
Está diseñada sobre la base de las mejores tecnologías disponibles en eficiencia energética, de cuidado del ambiente, con recirculación de agua y mínimos residuos. Volcará a la red del país el 8% de la energía que se consume a diario. También implica un gran empuje a la infraestructura: requiere la construcción de un ferrocarril de 280 kilómetros desde Paso de los Toros a Montevideo.
A fines de 2023, le tocará al presidente Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional, inaugurar la fábrica de Paso de los Toros, así como Tabaré Vázquez, del Frente Amplio, puso en marcha las anteriores en lo que es otro reflejo de política de Estado. Argentina lo mira del otro lado del río.