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Anuncian buenos resultados contra el cáncer pero falta acceso y escasea la quimio

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Una de las grandes preguntas que en 2023 la ciencia sigue tratando de responder es cuándo el cáncer podrá dejar de ser esa palabra que, al pronunciarla, lleve a pensar en la muerte. Parte de ese desafío se ha comenzado a desandar. De alguna manera, los 43 mil médicos reunidos por estos días en el centro de convenciones McCormick Place, en Chicago, tratan de aportar su granito de arena para ensayar esa respuesta.

Clarín arribó al Congreso de la Sociedad Americana de Oncología (ASCO), que se desarrolla hasta el próximo martes, tras una escala de tres días en Oxford, Massachussets, donde hoy se apunta a crear algo donde antes no había nada, mediante desarrollos moleculares y genéticos con más chances de hacer blanco en el tumor.

Aquello que ha quedado atrás temporalmente en el circuito por Estados Unidos es en gran medida el futuro pero, tímidamente, empieza a delinear el presente. No sin una carga de incertidumbre: cómo saber si estas terapias revolucionarias serán compatibles con el bolsillo de las personas. Esto es, las posibilidades de acceso a las innovaciones cuando entre el sí y el no se juega la diferencia entre la vida y la muerte.

Mientras tanto, la primera opción terapéutica mayoritaria sigue siendo la quimioterapia, amortizada y más económica, pero que paradójicamente suma su cuota de drama al escenario: la escasez de algunas de estas medicaciones en Estados Unidos y otros países de la región -como Perú y Colombia- por problemas de abastecimiento.

El panorama no es sencillo: por un lado, drogas caras para las que realmente hace falta creatividad financiera en pos de salvar el abismo que muchas veces separa los laboratorios futuristas de los millones de los pacientes que necesitan acceso. Por otro lado, drogas “baratas” cuyas patentes vencen y en consecuencia los laboratorios que las fabricaban tienden a correrse del negocio porque deja de ser económicamente rentables.

El ingreso al centro de convenciones de Chicago donde se realiza la reunión anual de ASCO.

El ingreso al centro de convenciones de Chicago donde se realiza la reunión anual de ASCO.
Hay un semáforo rojo encendido en ASCO en ese sentido, que subyace a los 2.900 trabajos científicos -todo un récord- que muestran por estos días las nuevas tendencias terapéuticas para diferentes tipos de cáncer. La alerta quedó en evidencia desde el comienzo del congreso: las autoridades emitieron una nueva guía clínica para tratar mejor a los pacientes con cáncer gastrointestinal en medio de la escasez de cisplatino y carboplatino.

Se trata de dos agentes quimioterapéuticos, hoy extremadamente escasos y a la vez esenciales para tratar una variedad de cánceres gastrointestinales, incluidos el de esófago, páncreas y colon. La guía proporciona cinco principios generales que describen sustitutos de medicamentos razonables y cómo priorizar las necesidades del paciente.

Las autoridades de ASCO también avisaron que pronto emitirán una guía complementaria para el tratamiento de los cánceres de mama, genitourinario y de pulmón, y otra respaldada por la Sociedad de Oncología Ginecológica para el tratamiento de los cánceres de cuello uterino y de ovario.

En nuestro país el tema no es ajeno, ya que la Asociación Argentina de Oncología Clínica había advertido sobre esta cuestión el año pasado, cuando también se notó un faltante. “Ocurrió con el cisplatino y el carboplatino, pero nunca nos terminó de quedar claro cuál había sido la causa de esa escasez”, contó a Clarín Claudio Martín, secretario de la Asociación, que por estos días asiste al congreso de Chicago.

El de hoy no es un escenario que afecte las terapias en Argentina (casi toda la quimioterapia que se administra en el país se produce en territorio nacional), aunque es difícil saber si en el futuro una situación similar pueda volver a generar zozobra. En Estados Unidos, además, al tema de las patentes vencidas se ha sumado un problema de producción en una planta de India.

Los chequeos médicos y las pruebas anuales de detección de cáncer de pulmón. Foto: Shutterstock.

Los chequeos médicos y las pruebas anuales de detección de cáncer de pulmón. Foto: Shutterstock.
Así ha quedado en evidencia en ASCO, hoy quizás más que nunca, este doble desafío del cáncer: lograr que los últimos avances permeen hacia los sectores menos favorecidos de las sociedades, a la vez de encontrar formas de mantener atractiva la producción de medicamentos genéricos incluso después de que expiren las patentes, para asegurar un suministro adecuado.

Dentro de la primera parte de la cuestión, es decir el área de las novedades, aparecen buenas noticias como la confirmación del beneficio de la inmunoterapia para la supervivencia en el cáncer de ovario avanzado; o el dato de que la histerectomía radical (cirugía para extraer el útero, el cuello uterino, parte de la vagina y una extensa área de ligamentos, tejidos alrededor de estos órganos y a veces también los ovarios) puede no ser necesaria para el cáncer de cuello uterino de bajo riesgo y en etapa temprana.

A eso se suman otros buenos resultados contra el cáncer de mama, a partir de adaptar la terapia en función de la respuesta obtenida, lo que permite evitar la quimioterapia en tratamientos que ahora recurren a ella por defecto; y el anuncio de mejores resultados contra el cáncer de próstata, con la darolutamida como protagonista de una de las presentaciones en ASCO: ya aprobado y comercializado el medicamento, se analizó el impacto positivo que está teniendo en la vida real.

El estudio fue hecho sobre 875 pacientes de Estados Unidos y la proporción de los que progresaron a enfermedad metastásica resistente a castración fue menor con la darolutamida (17,7 %) en comparación con la enzalutamida (28,3 %) y la apalutamida (27,8 %). Además, los efectos adversos que obligaron a abandonar el tratamiento también fueron menores: 30,4 por ciento, contra 28,3 y 28 respectivamente.

Clarín dialogó sobre algunos de los desafíos más urgentes que propone actualmente el cáncer con una de las “madrinas” de la darolutamida. En la charla con Christine Roth, jefa de la Unidad de Negocios de Oncología Estratégica del laboratorio Bayer, volvió a aparecer la pregunta: cuán cerca o lejos estamos de lograr soluciones sostenibles contra el cáncer.

Christine Roth:

Christine Roth: «Algunos tipos de cáncer hoy ya se consideran enfermedades crónicas».
“Depende del tipo de cáncer. Hay algunos tipos de cáncer que hoy ya se consideran enfermedades crónicas: algunos de los cánceres de la sangre y algunos tumores sólidos, pero una de las ambiciones para el futuro es encontrar las combinaciones correctas y las secuencias de tratamientos que permitan a los pacientes vivir más tiempo en el que se pueda considerar o decir que el cáncer es una enfermedad crónica”, dijo Roth.

Desde ese lado del mostrador, la realidad parece más optimista: “Hoy, con el advenimiento de las terapias celulares, donde estamos manipulando y diseñando células para ser inyectadas en el cuerpo para luchar contra el cáncer, tenemos historias de pacientes muy exitosas, que no sólo han logrado convertir el cáncer en una enfermedad crónica, sino que la enfermedad se ha erradicado. Esa es la promesa de la terapia celular, pero hoy esa promesa es real para un grupo pequeño de cánceres”, agregó la experta.

En qué se enfoca una farmacéutica como Bayer en este escenario complejo a fin para alcanzar una respuesta satisfactoria. Roth: “Los tipos de tumores a los que les damos prioridad son los que tienen una gran cantidad de pacientes, pero no suficientes tratamientos, o que no son ideales. Ahí es donde comenzamos. Luego buscamos qué es aquello en lo que nosotros estamos exclusivamente calificados para hacer. Tomemos cáncer de pulmón y de próstata. Podemos hacer moléculas que otras compañías ni siquiera soñarían”.

El cáncer de pulmón y el de próstata son tipos de tumores que frecuentemente pueden usar pequeñas moléculas por vía oral, en lugar de la quimioterapia o la inmunoterapia. “Hay mucha investigación y desarrollo sobre lo que ocurrirá mañana. Al final del día tenemos que ver cuál será el tema de mayor impacto, para lograr lo mejor para los pacientes”, cerró Roth, no si antes dibujar un horizonte de entusiasmo: “Los pacientes del futuro tendrán medicinas más seguras y más efectivas, serán tratados cada vez más temprano y usarán drogas más directas para atacar esos tumores, porque estos pacientes serán más sanos y necesitarán ser tratados por mucho más tiempo”.

Chicago. Enviado especial

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